EXPLICACIÓN AMPLIADA



 III PIEZA DEL MES                                                                                                                

Partes de suelo radiante (Hipocausto) encontradas en el Llano de la Consolación.


El término “Hipocausto” viene de la unión de dos palabras, hypo que significa “debajo” y castum que significa “quemado”. Este sistema consta de un horno construido en el exterior del edificio donde se quema el combustible (principalmente leña). El aire caliente producido se lleva a canalizaciones situadas bajo el suelo.

En el extremo contrario de la entrada de los gases se dispone de un humero o chimenea para la evacuación de los gases, cuyo tiro térmico facilita su circulación.
La temperatura obtenida en las viviendas se calcula que no pasaba de los 30ºC.

Aunque es un invento griego (los vestigios más antiguos, hallados en Olimpia, datan del s. I a.C.), los romanos perfeccionaron el sistema con su utilización en el caldarium de las termas y también en las casas particulares más ricas.

Este básico y sencillo sistema de calefacción se podía emplear en las casas
particulares más ricas a modo de suelo radiante, perdurando hasta hoy en las llamadas “glorias” castellanas.
En las termas, para obtener un calor más intenso, se integraban además en los
muros tubos de barro cocido (tubuli), que daban salida al humo del horno y al aire
caliente que circulaba en el hipocausto irradiando por las paredes.

La presencia del hipocausto en Montealegre del Castillo (concretamente en las cercanías del Llano de la Consolación) lo único que nos está indicando es la existencia de una estancia calefactada en las dependencias destinadas a la residencia del dominus.


Ilustración de una réplica del hipocausto


II PIEZA DEL MES


Fragmento Cerámico decorado con motivo geométrico. Cerro de los Santos

Por lo general, la cerámica clara es el soporte más empleado en la articulación de las decoraciones íberas, aunque la cerámica gris pintada también se encuentra representada, en un número notablemente superior a la primera. Los diseños decorativos de este tipo, sobre cerámica gris, se caracterizan por la sencillez de sus composiciones, habitualmente formadas por motivos lineales sencillos- franjas y bandas- que se disponen en formas abiertas, platos y cuencos fundamentalmente. En el caso de la cerámica clara, serán las tonalidades rojizas y/o granates las empleadas en la aplicación de las decoraciones, aunque también podemos encontrar una gran variedad de tonos que van desde marrón o pardo hasta anaranjado. Entre el siglo IV y el III a.C., la decoración pintada aplicada directamente sobre la superficie del recipiente es acompañada en ocasiones por paneles que, enmarcados en franjas que delimitan los espacios decorativos, emplean el engobe, con una gama cromática entre el anaranjado-rojizo y el ocre, como único tratamiento decorativo y cuyo fin parece el de resaltar o subrayar la decoración de los paneles donde se disponen los motivos geométricos. En este marco cronológico destacará también la preparación previa del espacio decorativo de la cerámica clara mediante un engobe gris u ocre de distintas tonalidades, sobre el que se disponen las decoraciones geométricas. La temática decorativa es muy variada, caracterizada por la combinación de motivos que integran el corpus de signos de ambos espacios y siendo el círculo en sus distintas variantes el núcleo central de las composiciones. Para el análisis de las composiciones existen unas series de líneas: este grupo lo integran tanto líneas horizontales de distinto grosor, tales como filetes, bandas y campos; como motivos lineales ondulados, que hacen referencia a las líneas onduladas verticales. En el caso de los primeros, filetes y bandas pueden aparecer aislados o formando series a modo de marcos que delimitan las bandas decorativas donde se disponen otros elementos, como los semicírculos concéntricos o los segmentos de círculos. Cuando aparecen aisladas lo suelen hacer en formas abiertas, platos y cuencos fundamentalmente, con una mayor profusión de estos motivos en su cara interior, quedando la superficie externa decorada en un número bastante inferior, en ocasiones con una sola franja o filete. En determinados recipientes globulares y cuencos de Castellar la
decoración a base de bandas y filetes se dispone de manera irregular en el vaso, formando grupos de, al menos, tres bandas o filetes.
En lo que respecta a las líneas onduladas verticales, denominadas también como “aguas” o “cabelleras”, éstas suelen aparecer formando series con semicírculos o círculos concéntricos, en formas cerradas fundamentalmente.
Serie círculos: esta categoría incluye círculos, semicírculos, segmentos de círculos concéntricos y un tipo de símbolo que se ha optado por denominar “símbolo compuesto”. Por lo general, los motivos que conforman esta serie no aparecen nunca de forma aislada, sino formando grupos con filetes y bandas que delimitan una composición de carácter simétrico en el que, habitualmente, aparecen combinados con líneas onduladas verticales que rompen con la horizontalidad que caracterizan a sus composiciones. Dada la complejidad del diseño, las formas en las que suelen disponerse son de mediano y gran tamaño, de tendencia cerrada, como vasos globulares.



https://www.researchgate.net/publication/311203261_La_ceramica_iberica_con_decoracion_geometrica_de_Castellar_y_Turrunuelos_Breves_consideraciones

I PIEZA DEL MES



Reproducciones conservadas en el Aula


A continuación se muestra la ficha técnica oficial del Museo Arqueológico Nacional de Madrid:


CABEZA FEMENINA
Nº Inventario:
7510
Clasificación Genérica:
Objeto/Documento:
Tipología/Estado:
Materia/Soporte
Técnica
Dimensiones
Altura = 33 cm; Anchura = 20 cm; Grosor = 18 cm
Descripción

Cabeza femenina mitrada, fracturada a la altura del cuello. Presenta una frente ligeramente abultada, con nariz ancha de extremo fracturado y con los orificios nasales indicados; los ojos son almendrados con el párpado superior marcado, y el globo ocular prominente. La boca estaría cerrada, con las comisuras bien marcadas, pero todo el labio inferior y la barbilla están restauradas. Un manto cubre la tiara y los laterales de la cabeza, con una línea biselada vertical frontal que divide la tiara en dos partes. Otros dos biseles laterales enmarcan la tiara, quedando entre ellos la parte trasera, sin trabajar. La frente está cubierta por dos diademas: la superior, ligeramente desviado respecto de la zona central, aparece un doble roleo, flanqueado por dos rosetas a cada lado; se separa de la diadema inferior con un listón con incisiones en ángulo; la segunda diadema nace de otro listón doble con incisiones oblicuas formando una espiga, del que surgen una serie de lengüetas entre las cuales hay motivos en forma de ovas y dardos. La zona central, ligeramente desviada, presenta una lengüeta ligeramente mayor. Las lengüetas continúan flanqueando los laterales del rostro, y entre ellas y el velo se disponen dos mechones o adornos con motivo en espiga, de surco doble en el lado izquierdo; a la altura de la barbilla, surgen dos rodetes, de los que se conserva únicamente el izquierdo, cuya zona central está adornada con esferas, y los laterales con semicírculos concéntricos. El estrato de la piedra recorre verticalmente la figura. El lado izquierdo parece estar tratado con mucho más cuidado que el derecho.

Este tipo de retrato femenino permite conocer la variedad de aderezos de las damas iberas, símbolo de estatus social. En este caso, la diadema está claramente inspirada en la del Tesoro de Javea (nº de inventario 20.258).

En Montealegre del Castillo (Albacete) se descubrieron a mediados del siglo XIX los restos de un gran templo ibérico, un santuario situado sobre una elevación del terreno en uso entre los siglos IV a.C. y la Romanización. Las piezas allí halladas constituyen la mejor muestra de la diversidad y evolución final de la escultura ibérica, hasta enlazar con los modelos traídos por los conquistadores romanos. Se consideran una de las mejores fuentes para el conocimiento de la indumentaria de la sociedad de clase elevada de la época, que acudía a orar y ofrecer dones a la divinidad.



Cabeza femenina mitrada, fracturada a la altura del cuello. Presenta una frente ligeramente abultada, con nariz ancha de extremo fracturado y con los orificios nasales indicados; los ojos son almendrados con el párpado superior marcado, y el globo ocular prominente. La boca estaría cerrada, con las comisuras bien marcadas, pero todo el labio inferior y la barbilla están restauradas. Un manto cubre la tiara y los laterales de la cabeza, con una línea biselada vertical frontal que divide la tiara en dos partes. Otros dos biseles laterales enmarcan la tiara, quedando entre ellos la parte trasera, sin trabajar. La frente está cubierta por dos diademas: la superior, ligeramente desviado respecto de la zona central, aparece un doble roleo, flanqueado por dos rosetas a cada lado; se separa de la diadema inferior con un listón con incisiones en ángulo; la segunda diadema nace de otro listón doble con incisiones oblicuas formando una espiga, del que surgen una serie de lengüetas entre las cuales hay motivos en forma de ovas y dardos. La zona central, ligeramente desviada, presenta una lengüeta ligeramente mayor. Las lengüetas continúan flanqueando los laterales del rostro, y entre ellas y el velo se disponen dos mechones o adornos con motivo en espiga, de surco doble en el lado izquierdo; a la altura de la barbilla, surgen dos rodetes, de los que se conserva únicamente el izquierdo, cuya zona central está adornada con esferas, y los laterales con semicírculos concéntricos. El estrato de la piedra recorre verticalmente la figura. El lado izquierdo parece estar tratado con mucho más cuidado que el derecho.


Izquierda: Reproducción / Derecha: Original del MAN


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